viernes, julio 27, 2012

Objetivos personales


Uno quiere cosas, busca dar pasos, avanzar en sus proyectos...

La figura general podría resumirse en que uno busca realizar su potencial. Y no cualquiera, el deseado. 

Uno trata de no quedarse con las ganas de vivir y hacer las cosas que quiere. 


Dentro de esta perspectiva, me interesa conocer cómo otras personas se plantean sus objetivos personales. 


Este es un post de consulta, digamos... 


¿Me podrían contar cuáles son sus objetivos personales? 


Les cuento algunos de los mios, para que no quede como que les pido que se entreguen sin darme yo... 


Mis objetivos personales (o lo que alcanzo a pensar ahora): 


* disfrutar de la infancia de mis hijos y ayudarlos a crecer bien 


* lograr que mis hijos puedan sentir que el mundo es plástico y que ellos tienen la capacidad de dar forma 


* entender mejor todo 


* ganar plata dando rienda suelta a mi creatividad 


* escribir hermosos libros que contagien ganas de vivir 


* disfrutar de mis relaciones y seguir desarrollando relaciones nuevas 


* aprender a aplicar mis capacidades de manera más directa y eficaz 


Otra manera de encararlo sería pensar en los proyectos que uno tiene, que vendrían a ser objetivos más concretos, plasmados ya en forma de acciones sucesivas... 


No es que lo haya pensado mucho, me salió así. ¿Cómo les saldría a uds? ¿Se copan en intentarlo? 


Otro posteo que tiene que ver con esto es el que hice retomando ideas del libro "Metas", de Brian Tracy:
aquí 

Y sobre proyectos, pueden verse mis "Notas sobre proyectos":
aquí 

¿Que qué tiene que ver el poster del concierto de Hendrix? Nada, me gustó...


Gracias

lunes, julio 23, 2012

Gustar y ser gustado



Este artículo lo publiqué originalmente en Yahoo! Argentina en el 2011. Lo vuelvo a poner aquí porque ellos lo sacaron de su site.

Gustar y ser gustado

Iba en el auto y se me ocurrió esta pregunta: ¿cuánto te gusta gustar? La anoté para desarrollar la idea, y ahora encuentro el momento para hacerlo.

La primera respuesta sería, casi sonando lógica,  “mucho”. ¿Quién no quiere gustar, ser apreciado, valorado, deseado, admirado, necesitado? El de gustar parece un basic, como las remeras blancas.

Pero puede pensarse de otra manera. Si te gusta mucho gustar, en vez de hacer lo que querés, en vez de vivir centrado(a) en tu deseo, o en tu necesidad, le das demasiada entrada en tu plan íntimo a la consideración externa.

Para decirlo de otra forma: si uno está en contacto consigo mismo y sus necesidades y deseos, el factor “esto les va a parecer bien” o “esto les va a parecer mal” pasa a un segundo o tercer plano. No desaparece, porque los otros siguen presentes y son queridos y necesarios, pero no son colocados por uno (ni se les pemite a ellos colocarse) en la posición de evaluadores permanentes de los movimientos personales propios.

Podemos pensar a partir del caso de las mujeres. Las mujeres, tradicionalmente más que los hombres  se arreglan para gustar. No importa en este punto si es mera cuestión de época o influencia circunstancial de la sociedad, importa que esa forma existe y es aceptada y global. Sí, se dirá que los hombres también tienen esa prestación, o que la tienen cada vez más, pero es innegable que viven esta forma en un grado menor (y si la tienen en grado mayor, peor para ellos, y para ellas).

Esa producción de belleza puede ser esclavizante, si la mujer en cuestión queda poseída por la mirada del hombre sobre ella. Pero es también un modo de expresión de su deseo, y puede no generar obstáculo. En su forma casi ritual o espontanea no supone necesariamente la presencia de alienación ninguna.

Es una prueba, para las mujeres y para todos: queremos gustar, pero si le damos demasiado valor a ese placer de gustar, desaparecemos.

El que quiere gustar mucho, todo el tiempo, no gusta a nadie. No es, no llega a ser. Se pierde.

El que quiere gustarse a sí mismo, digamos, y oye los postulados de su deseo, su rumbo en la vida, termina por gustar más, aunque haya descuidado esa variable. Vale para los hombres y para las mujeres, claro.

Descuidar la variable de querer gustar lleva a que uno pueda conocer sus móviles auténticos, su profundidad. Es como si uno dijera: después veo a quien le gusto, por ahora adopto la forma más valiosa, mia, sentida, hasta podríamos decir inevitable.

Otra manera más de decirlo: somos el sujeto de nuestra vida o el objeto de la vida de otro (o de otros, imaginarios o reales). Somos los que vivimos la aventura de nuestra vida, o somos actores de reparto de la vida de otros. A veces se siente que ser de reparto es lo único posible, porque hasta tal punto uno depende de la amorosa mirada externa (con suerte, porque la mirada externa que nos genera dependencia puede, además, ser reprobatoria). A veces uno siente que la sombra es la única posibilidad. Pero no es cierto.


sábado, julio 21, 2012

Argentina neurótica


Este artículo lo publiqué hace unos años en Yahoo! Argentina, pero siento que no perdió vigencia:

Argentina Neurótica

La figura de la neurosis, proveniente del campo de la salud mental, es sumamente útil a la hora de entender la situación argentina. No tanto porque los individuos argentinos seamos neuróticos -que lo somos, de manera desigual, como en todos los países- sino porque el funcionamiento de la neurosis ayuda a ilustrar aspectos clave de nuestra convivencia nacional.

El neurótico, como la Argentina, no avanza decididamente hacia el cumplimiento de su deseo, no busca crecer (a veces lo hace, pese a sí mismo), más bien da vueltas, se enrosca, se enreda en miramientos y objeciones que tejen la trama que le impide acceder a la realidad. En vez de darse a la acción cultiva consideraciones interminables, disfrutando patológicamente de las vicisitudes de su padecimiento y prefiriendo perderse antes que encontrarse.

El neurótico, como nuestra comunidad, genera su identidad en base a una serie sacralizada de problemas, se define a partir de sus dificultades y no sabría que hacer sin ellas. No sabe pensar libremente, con osadía, un camino de desarrollo. No conecta con su crecimiento, no termina de intuirlo, pero accede fácilmente a representaciones catastróficas. Cuando crece lo hace porque su cuerpo tiene más empuje que su conciencia, y no logra acompañar ese crecimiento con pensamientos adecuados. Su modo de entender las cosas es confuso y está cargado de emociones enrarecidas, que enturbian el panorama. A esa confusión la considera su inteligencia, y la falta de claridad la adjudica a su profundidad. En vez de mejorar lo que le toca, lo ensucia, pensando mal, fomentando la crítica y el escepticismo.

Siente que antes de vivir tiene que ajustar las cuentas con un pasado al que cree más valioso que el presente, con el que no puede terminar de conectar. El neurótico, como nuestro país, da sustancia al pasado para aniquilar un presente que le exigiría trabajo y crecimiento. El neurótico entierra su vida en ese tiempo muerto, fantaseado, para evitar tener que actuar en la realidad de su presente.

El neurótico, como nuestro país, siente que tiene razón y se aísla. Cree que tener razón es lo más importante de todo, cree que las cosas suceden en ese nivel argumental en el que despliega su afectividad desviada. Al mismo tiempo repudia y envidia a otras comunidades más cumplidoras, que saben generar movimiento y responder a los requerimientos del avance. Siente que los que viven bien han claudicado, que han traicionado verdades trascendentes, o que son estúpidos que eligen vivir antes de rendir sentido homenaje a la imposibilidad. El neurótico siente que su no poder es prueba de cierta superioridad, y adora su incapacidad como si fuera una señal divina.

El neurótico, como nuestro país, elude el movimiento. Corta las rutas de su pensamiento y de su acción, porque prefiere abortar lo que crece en él antes de sostenerlo y reforzarlo. Frente a cada dificultad el neurótico amenaza con destruirlo todo, porque en su pensamiento infantil no puede sino tratar con toscos absolutos y está incapacitado para el arte del detalle. Elige imponerse a la situación, paralizarla, hasta que las cosas no sean como el cree que deberían ser, sin poder sin embargo aportar algo de valor a la construcción del logro que señala como necesario.

El neurótico huye del amor, lo critica y desprecia. Aunque lo añora y necesita, no es capaz de abrirse a semejante positividad compleja y exigente. No sabe darse, no sabe dejar de pensar en sí mismo, todo lo transforma en una cuestión simplista de imaginarios enfrentamientos e inexistentes persecuciones. El neurótico se cree importantísimo, central, siente que la realidad pasa por él, y al darse tal lugar se queda quieto y a las puteadas, porque el mundo sigue su curso más allá de sus mohines y desplantes.

El neurótico en vez de hacer trata de que nadie haga, sostiene que es mejor que los que hacen sean castigados por haber faltado el respeto a la pobreza sacrosanta, y da lugar a una mentalidad resentida y revanchista. El neurótico niega la existencia de posibilidades más saludables, trata de que nadie pueda lo que él se niega a sí mismo, considera que su enfermedad es el estado natural y enferma a todo el que quiera ponerse en marcha.

Un país neurótico es un país que tiene que curarse, una comunidad que debe proponerse el logro de superar costumbres que la hacen infeliz y la comprometen en círculos viciosos en los que malgasta su energía. La des neurotización de la Argentina es el objetivo principal de la buena acción política.

miércoles, julio 18, 2012

El campo. algunas preguntas...



Tengo la sensación de que el argentino de las ciudades, o tal vez principalmente el de Buenos Aires, desconoce la realidad del campo. No sabe hasta qué punto es importante la producción del sector, nicon qué esfuerzos se realiza, ni el valor de lo que aporta...

¿Comparten mi impresión?


¿Cómo creen que el argentino promedio siente al campo? 


También está en el horizonte del tema la asociación de ideas que pone al campo como un sector ligado a la oligarquía. 


Oligarquía: palabra antigua, desactualizada, fantasma que permite los desvaríos de una ideología que hace pie en todo tipo de irrealidad para justificar su incapacidad básica para producir buenos resultados... 


Oligarquía: concepto útil para una ideología que impone su autoritarismo mediante ilusiones e ignorancias... 


¿Qué es el campo para nosotros?

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