lunes, marzo 31, 2008

Otro orientador artículo de Pagni (en La Nación)

Cada vez más fisuras en el frente oficial


Por Carlos Pagni
Para LA NACION

El formato del conflicto del gobierno con el campo tiene más de 300 años de antigüedad: Carlos I de Inglaterra perdió la cabeza en 1649 por haberse pasado de la raya con los impuestos. En la convocatoria a los Estados Generales de 1789, que desataron la Revolución Francesa, la presión tributaria insoportable fue un motivo central de discusión. Para evitar que las sociedades estallen cuando el fisco se vuelve bulímico, la civilización moderna ideó el constitucionalismo, es decir, la limitación parlamentaria al poder impositivo del monarca.

Néstor Kirchner supone que el suyo es un caso distinto. No piensa que está frente a un grupo disperso y plural de productores de soja, quejosos porque las retenciones móviles les harán ganar cada vez menos. Tampoco especula con que, en la Argentina, esa reacción puede ser más virulenta porque, como si se tratara de un régimen preconstitucional, los representantes del pueblo cedieron al Poder Ejecutivo la fijación de los impuestos mediante una anacrónica ley de emergencia económica.

Kirchner ve el problema de otro modo y por eso anoche recrudecía su enojo con los huelguistas rurales. Allí donde la sociología describe a un entramado agrario polifacético, que ha mutado en los últimos 15 años por la creciente demanda internacional y la renovación de las tecnologías, el ex presidente supone un enemigo enmascarado, la oligarquía vacuna, el viejo agente del golpismo que otra vez pretende desafiar a la democracia. El último discurso de su esposa, la Presidenta, organizó los datos según esas categorías: el Gobierno estaría siendo enfrentado por "otro modelo de país", que atraviesa la historia desde la opulencia del Centenario hasta el menemismo, pasando por el golpe del ´30.

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Cristina Kirchner reclamó sinceridad. Es decir, que los productores que se reúnen al borde de la ruta, mezclados con comerciantes y pequeños propietarios, alternando los piquetes con las misas de campaña, muestren su verdadero rostro antes de cualquier negociación.

La estrategia oficial está determinada por esa forma de pensar y por eso anoche el entredicho parecía profundizarse. Como del otro lado, en vez de un grupo de contribuyentes que pretende revisar una disposición tributaria, estaría operando un adversario político, lo que corresponde es convocar a una concentración como la de mañana frente a la Casa Rosada.

Igual a lo que hizo Raúl Alfonsín en la Semana Santa de 1987 en defensa de la democracia, como evocó la señora de Kirchner en sus dos últimos mensajes.

La Plaza, organizada por sindicalistas e intendentes del conurbano, tiene el triste cometido de demostrar la división entre "ellos" y "nosotros". Aunque "ellos" sean los productores agropecuarios, que figuran en la cima de las encuestas de opinión, y "nosotros" sean D Elía y Hugo Moyano, en las antípodas del prestigio. Más aún: aunque "ellos", en las elecciones de octubre, hayan votado por "nosotros".

En las últimas 72 horas, esta interpretación se volvió operativa. Kirchner rechazó todas las formas de entendimiento que le insinuaron sus íntimos. Lógico: cuando del otro lado hay un enemigo, "quien te propone el acuerdo es el traidor" (Vito Corleone).

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Por eso, el viernes pasado, Alberto Fernández debió abortar la negociación cuando consultó en Olivos la posibilidad de suspender las retenciones móviles por 90 días. Dos días antes, en las oficinas de Puerto Madero, los senadores Miguel Pichetto y José Pampuro fueron tratados como infiltrados por animarse a balbucear delante del implacable santacruceño la dificultad de llevar al peronismo a una guerra que parece perdida antes de comenzar. Una peculiaridad del actual esquema de poder es que "nadie se le anima a Néstor". Mucha gente encontró un próspero modo de vida en reforzar los prejuicios de Kirchner.

La simplificación de fenómenos complejos en conspiraciones de pizarrón ha llevado muchas veces al ex presidente a prolongar los conflictos más allá de lo conveniente y, también, a la derrota.

La pelea con un capellán lo tiene todavía enemistado con la Curia romana. Por creer que detrás de Joaquín Piña maquinaba Jorge Bergoglio sucumbió sin necesidad en Misiones. El conflicto por las pasteras de Fray Bentos lleva 3 años y ni el rey de España pudo resolverlo. La disputa salarial con los maestros de Santa Cruz duró tres meses, hundió un gobierno y diezmó la imagen oficial en plena campaña electoral porteña.

Hoy seguramente se definirá el curso de la crisis. Ninguno de los funcionarios que anoche hablaron con la dirigencia agropecuaria -entre ellos el secretario Javier de Urquiza- adelantó la reiniciación de las tratativas. Aun si las entidades rurales garantizan el abastecimiento de productos perecederos, el Gobierno contemplaba anunciar, de manera unilateral, medidas destinadas a compensar a los pequeños productores para que las retenciones, en su caso, sean del 35%.

Las organizaciones del campo, sin embargo, esperarán hoy la convocatoria oficial para esta tarde. Pretenden una reducción de la alícuota a 34% modificando las escalas confeccionadas por Martín Lousteau.

La ensoñación de la Plaza refuerza la intransigencia de Kirchner, a pesar de algunas señales de debilidad. Una fue la fragilidad del Gobierno en la negociación del viernes pasado.

Los funcionarios no justificaron las nuevas retenciones desde el punto de vista técnico y Lousteau admitió el error de haber destruido el mercado a término fijando el precio de la soja por cuatro años. Fernández no consiguió explicar por qué, si el Estado no compensó todavía a 9000 tamberos, iba a ser más eficiente en repartir subsidios entre 72.000 pequeños productores de soja.

La tozudez de la Casa Rosada contra el campo no debería confundir a Lousteau sobre su estabilidad: tal vez su colega de Interior, Florencio Randazzo, le informe sobre los comentarios que Kirchner le dedicó el viernes por la noche, en Olivos.

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Las fisuras del frente oficial son más visibles que las del sector agropecuario. En vano el secretario de Comerio Interior, Guillermo Moreno, intentó el viernes pasado, en una actuación teatral que Fernández toleró en silencio, dividir a las entidades explicando que "lo que les sacamos a la Rural y a CRA se lo damos a Coninagro y la Federación Agraria". El anuncio de un paquete dirigido a chacareros sobre el que se especulaba anoche perseguiría ese objetivo.

Kirchner debe recuperar el consenso entre su propia dirigencia, que registró algunas bajas: Roberto Lavagna, Carlos Reutemann, Juan Schiaretti, Juan Carlos Romero o Roberto Urquía se mostraron, por acción u omisión, solidarios con los productores. El sábado por la noche, dos gobernadores peronistas pidieron al Gobierno la aceptación de un acuerdo. Los sindicatos rurales no acompañarán a Moyano a la movilización de Plaza de Mayo. Con estos disidentes, el ex presidente deberá conducir el PJ.

La lucidez de los Kirchner para tramitar la crisis es más indispensable en la medida en que en la Argentina hay un desequilibrio de poder. La oposición todavía no logró reunirse ni para fijar una tesis en una conferencia de prensa. Los errores de percepción pueden conducir al Gobierno a una derrota en 2009. Sería una peligrosa derrota: por lo que hay a la vista, nadie obtendría una victoria en su lugar.

Ilustra Cedric Morris

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Es inevitable la decadencia Argentina? ¿Terminaremos como Venezuela?

Cristián

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