miércoles, enero 16, 2008

Apuntes desde terapia intensiva

Una especie de purgatorio. Un espacio pulcro, en el que las personas están en veremos, al borde de la nada, exhaustas, débiles, asistidas y controladas en todas sus funciones más elementales.


Una de ellas es la propia, la persona querida, aquella por la cual uno se interna en ese mundo que es casi ya una ausencia de mundo, en donde los que están es casi como si no estuvieran. (Y sin embargo uno mira por la ventana y ve árboles y personas, inocentes, no enteradas, que hacen su vida como si todo fuera para siempre).

La persona querida está pero no está, está en lucha o abandono, enchufada en un aparato que respira por ella, que la hace respirar, en el que se delega algo que ella supo hacer siempre, la base de su vida, la toma de aire, el ingreso del alimento constante, el intercambio sostenido con la atmósfera.

La persona querida está tal vez por irse, y uno se asoma a su cuerpo tirado en una cama articulada, que se mueve porque ella no puede, atada por cables y sondas, por su propia ausencia de animación.

Es su cuerpo, pero está invadido por un monstruo, por unas células que enloquecieron y decidieron un plan propio, insensatas que no saben que asi también ellas van a terminar mal, porque están matando el cuerpo del que ellas viven, locas que pretenden todo y trabajan decididas para lograr la nada. Van por un lado, por otro, son foquistas, quieren una revolución completa, lograrán que nada viva, que todo vuelva a nivel de átomo, de sustancias químicas recombinables.

Es una tragedia atenuada, es la tragedia de la vida, la inevitable, la de todos, porque el cuerpo que está por irse tiene ya ochenta y cuatro años. Si él o la postrada fuera joven (ni hablar de si fueran niños) terapia intensiva no sería un purgatorio sino la peor de las pesadillas. Pero esta vez es una pesadilla menor, porque ya se vivió, ya se hizo (lo que se pudo, como siempre), ya se sintió, se buscó, se encontró, se dio vida, se cuidó, se miró todo lo que pudo verse.

Los aparatos hacen ruidos, intervienen en el silencio que queda abierto en la inmovilidad de la persona. Se oye una respiración, medio persona medio máquina, y hay bips y vibraciones tecnológicas. Hay una boca abierta, como tirada, hay pelo sobre la almohada, tubos, sondas, líquidos que gotean para adentro y líquidos que gotean para afuera.

Si uno creció e hizo su vida, descubre que sobrevive perfectamente. Triste, sí; angustiado, a veces; pero instalado en una cotidianidad consolidada, fuerte, llena de afectos y de potencias, cargada de deseos, de felices contratiempos, de proyectos y de posibilidades. Uno no puede menos que sentirse traidor: ella tirada, yéndose, y uno con hambre o inquietudes, con amigos y con vidas nuevas. Pero, ¿qué sería no traicionar, irse también con el otro, abrirle todo el terreno a la muerte, dejarla hacer, extenderla, entregarle todo? Es una traición necesaria, o no es una traición, es precisamente la dificultad que hace arduo al momento, que impide que las cosas sean abordables con sencillez o con lógica.

Son momentos complejos, festival de emociones y pensamientos, de recuerdos y de consideraciones, de diálogos interrumpidos y de límites insoportables que tienen de todas maneras que ser soportados, porque no queda otra y porque es así.

Pongo mi mano sobre su mano y ella no la abre para recibirme. Cuando estuvo despierta me dijo andá, andá. Me duele más. ¿Si estoy te duele más? Sí. Me voy y vuelvo. Hablamos, como si nada, o sabiendo, como si todo. La quiero, pero la quise mucho más, cuando yo era apenas y ella era todo. Ahora yo soy tanto y ella tan poco; vidas cruzadas, una que viene y pasa y otra que se queda haciendo, una que te trae y te pone, que te habilita y te deja, otra que continua y sigue, no para siempre, para después dejar paso.

Es increíble todo lo que se aprende, todo lo que se ve, todo lo que se enciende cuando tanto se apaga. Era querida, criticada, cuidada, buscada, soportada, estimulada, sostenida, combatida y aceptada. ¿Qué se lleva? Mucho, pero tiene que irse. ¿Adónde? A ningún lado. No es un ir, es un terminar. Las vidas se cierran, no se van. El que se queda siente que se fue, porque no ve más al que estaba, pero el que estaba ya no está, en ninguna parte.

La tristeza no es la palabra final, ni tampoco la trascendencia impostada. Está todo muy mezclado, es trivial y gigantesco. Es amor, es alivio, es nuevo mundo, es como tiene que ser todo. Es una despedida imposible, al menos para mí, que no toleraría decir chau sabiendo que el otro termina. Sí, viven en nosotros, aunque de ellos no quede nada. Es uno que se acuerda y que los quiere, que los lleva y que los trae, aunque cada vez vayan apagándose más, y por suerte, porque es nueva vida la que surge en las ganas de los que quedan y miran para otro lado.

Si, me doy cuenta de que puede quitársele a la muerte una capa de tragedia que no es suya sino nuestra, que aparece cuando otras cosas no fueron bien vividas o no están pudiendo serlo. No es frivolidad ser capaz de no perderse, es haber logrado consistencia. No puede no haber dolor, pero no tiene porque inundarlo todo. El amor transita más estos caminos de aceptación compleja y exigente que los de un desconsuelo abismado.

Podría hacer un final grandilocuente, el tema lo sugiere. Es mejor terminar sobrios, eludir los efectos, quedarnos con lo nuestro. Vamos viendo.

46 comentarios:

José Luis dijo...

Alejandro, sé que es un poco largo para leer en el estado y situación en que estás. Sin embargo, te ofrezco que lo hagas. Es el final de "Memorias de Adriano", donde el emperador narra su muerte. Lo sigo leyendo y, como la primera -y cada vez-, me sigue emocionando.

El reducido grupo de los íntimos se reúne junto a mí. Chabrias me da lástima; las lágrimas no van bien con las arrugas de los ancianos. El hermoso rostro de Celer está, como siempre, extrañadamente tranquilo; me cuida aplicadamente; sin dejar traslucir nada que pudiera agregarse a la inquietud o a la fatiga de un enfermo. Pero Diótimo solloza, hundida la cabeza en los almohadones. He asegurado su porvenir, como no le gusta Italia podrá realizar su sueño de volver a Gadara y abrir allí, junto con un amigo, una escuela de elocuencia; nada perderá con mi muerte. Y sin embargo sus frágiles hombros se agitan convulsivamente bajo los pliegues de la túnica; siento caer sobre mis dedos esas lágrimas deliciosas. Hasta el fin, Adriano habrá sido amado humanamente.
Mínima alma mía, tierna y flotante, huésped y compañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos, dónde habrás de renunciar a los juegos de antaño. Todavía un instante miremos juntos las riberas familiares, los objetos que sin duda no volveremos a ver... Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos...

Anónimo dijo...

Alejandro, no soy muy bueno para estos momentos. Fue grandioso, bello, enternecedor e inteligente todo lo que escribis acerca de tu mamá....
desde la lejanía, Esquel, Patagonia, te mando un abrazo enorme, gigante y contenedor...sos una persona muy valiosa y espero que este tránsito pase de la mejor manera posible..
fuerza brother!!!!

Mauro Mateos
Dir. magazine PLAY
www.andocalaverando.blogspot.com

Anónimo dijo...

Alejandro, he pasado por lo que describe. Lamento que tenga que atravesarlo. Cierto es que forma parte de lo que nos toca vivir. Pero el desprendimiento es doloroso aunque uno lo comprenda . Acá estamos, para acompañarlo de alguna forma. Cariños.

Anónimo dijo...

maravilloso texto

un abrazo

César

Anónimo dijo...

Alejandro,

admiro tu lucidez y tu desarrollada capacidad de expresión. El apunte es brillante y me conmovió seguramente porque le pone palabras a lo siento o pienso con cierta frecuencia.

¡Fuerza!

Laura

Anónimo dijo...

Esa mano que hoy no puede recibirlo, seguramente es la misma mano que tanto le ofreció y que ha colaborado para que hoy, Usted, tenga en sí mismo, ese sentido de integridad, de fortaleza y de confianza.
La vida viene con la muerte Alejandro.
Es muy doloroso cuando nos toca estar vivos para vivir la muerte de los que amamos.
No olvide, que Usted también está vivo, para los vivos que lo quieren y lo necesitan y que hoy le piden su mano.
Un fuerte abrazo
Carlos

Anónimo dijo...

Gracias por compartir estos pensamientos y vivencias con nosotros. Uno se pregunta cómo vive una situación así alguien que además de ser humano, se dedica a pensar y escribir.

Anónimo dijo...

Siempre leo el blog, aunuqe nunca había dejado un comentario. Pero lo que leí me dejó conmovido.
Saludos y un abrazo. Fuerza.

Anónimo dijo...

Por mi parte ofrezco esto. Espero que te guste.

I am standing upon the seashore.
A ship at my side spreads her white
sails to the morning breeze and starts
for the blue ocean.

She is an object of beauty and strength.
I stand and watch her until at length
she hangs like a speck of white cloud
just where the sea and sky come
to mingle with each other.

Then, someone at my side says;
"There, she is gone!"

"Gone where?"
Gone from my sight. That is all.
She is just as large in mast and hull
and spar as she was when she left my side
and she is just as able to bear her
load of living freight to her destined port.
Her diminished size is in me, not in her.

And just at the moment when someone
at my side says, "There, she is gone!"
There are other eyes watching her coming,
and other voices ready to take up the glad
shout;
"Here she comes!"
And that is dying.


Henry Van Dyke

Unknown dijo...

ale, espero puedas llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.
un abrazo!

susrey dijo...

Me hizo llorar tu escrito pues recuerdo mucho a mis afectos
SI ME AMAS


No llores si me amas ...

Si conocieras el don de Dios

y lo que es el cielo...

Sí pudieras oír el

cántico de los ángeles

y verme en medio de ellos...

Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos

los horizontes, los campos y los nuevos

senderos que atravieso...

Si por un instante pudieras contemplar como yo

la belleza ante la cual las bellezas palidecen...

¡Cómo!... ¡Tú me has visto, me has amado

en el país de las sombras

y no te resignas a verme y amarme

en el país de las inmutables realidades?

Creéme. Cuando la muerte venga

a romper las ligaduras

como ha roto las que a mí me encadenaban;

cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce,

y tu alma venga a este cielo

en el que te ha precedido la mía...

Ese día volverás a verme.

Sentirás que te sigo amando, que te amé,

y encontrarás mi corazón

con todas sus ternuras purificadas.

Volverás a verme en transfiguración, en éxtasis feliz.

Ya no esperando la muerte,

sino avanzando conmigo,

que te llevaré de la mano por los senderos

nuevos de luz y vida.

Enjuga tu llanto y no llores si me amas.



San Agustín Numidia - África 354-430

Sueño con esto y no quiero pensar en la nada. sus

laura dijo...

Cuánta lucidez, qué avidez por aprender y vivir cada situación. Tu actitud me muestra esa otra manera de poder transitar el dolor, una que no es la habitual, creo que una mucho más sanadora.

un abrazo

laura b

Anónimo dijo...

Este año murió mi abuela y me dio la impresión de que el tiempo se detenía y que por un momento ella me regaló una paz y una calma que nada tenía de calma. No lo describiría como un momento de pesar ni de tristeza sino uno de reflexión y claridad, tal vez entre un poquito mas al mundo que tanto intento evadir y mandé a la mierda a la muerte y a todo lo que tiene que ver con ella inclusive al puto rabino que canta. Esto no representa la muerte o como sea eso que vemos y sentimos. El cajon y toda la farsa del velorio y el baño y la familia. Hay algo que falla, tal vez sea yo.
un saludo Alejandro.
PD: espero no haber herido suseptibilidades ajenas, si es así pido disculpas

Anónimo dijo...

La sensación que transmite es que no la mirás, que recorrés todos los caminos posibles para no verla. La ventana, los cables, los bips, todo, muy cerca pero lejos.


Ya que debe ser que sea pronto

esteban dijo...

Alejandro: admiro tu capacidad para reflexionar en un momento como éste.
Mi padre murio hace diez años y tu descripcion de la terapia intensiva me revivió esos momentos. Mi vieja acaba de cumplir los 90, y no tiene pensado por ahora irse...pero sé que no falta mucho para volver a vivir la terapia intensiva, y tocar su mano, despidiendonos. Es fuerte: la vida es tan intensa que es dificil admitir que, como dice el poeta italiano Salvatore Quasimodo:
"ed e subito sera", de pronto, la noche.

Un gran abrazo

Anónimo dijo...

Si,asi.
Personalmente no queria desprenderme , dejar partir, como si pudiera.
Y sali corriendo cada vez ,persiguiendo lo que se habia ido. Inasible. Solo la ausencia. Fin .
Pero son inmortales en mi y tienen asegurada su presencia .Yo, muy agradecida.
Te deseo lo mismo.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Nooo, San Agustin no que el amigo es ateo.

Anónimo dijo...

Bueno, està todo dicho. Te quiero mucho, loco.

emiliomateos

Anónimo dijo...

El año pasado mi papá estuvo en terapia intensiva con 84 años y sus 7 hijos a su lado permanentemente, desesperados. La figura de papá es muy fuerte para nosotros. Él estaba aterrado, pero quería vivir. Por suerte, y no gracias a dios sino a todas sus fuerzas, hoy està hermoso como siempre; y sigue iluminàndonos con sus hermosos ojos verdes.
Pero no siempre es así. Otras veces, el ser amado se va. Deja de existir. Y nos inunda un enorme vacío, que con el tiempo va siendo un recuerdo con una sonrisa.
Te mando mucha fuerza y mucho amor para vos, Ximena y toda tu familia.

Bruna (mujer de Emilio)

Anónimo dijo...

-abrazos.

anonimus bosch.

Anónimo dijo...

Alejandro:

Es precioso lo que escribiste.

Hace mucho que leo tu blog. Concuerdo con la mayor parte de tus reflexiones. No con tu ateísmo: aunque mi forma de entender (y vivir) la espiritualidad no tiene nada que ver con la autodenigracion y la impotencia que a veces se fomenta en los credos de algunas religiones, y todo que ver con la celebración de lo vital, del deseo, de la pasión y de la capacidad creativa humana que se trasluce en tus escritos.

Lo que ahora voy a escribir tal vez te parezca una tontería, pero de todos modos siento ganas de decirlo.

Unos días o semanas después de que fallezca tu madre, seguramente vas a soñar con ella (en una situación y lugar familiar, conversando o algo por el estilo) y te vas a despertar con una sensación de paz inexplicable, y puede que "sientas" que de algún modo ella (su esencia, su energía, su conciencia, su alma, como quieras ponerle, lo que queda de ella -lo mas grande- cuando el cuerpo ya cumplió su función), que ella te vino a visitar.

Naturalmente vas a estar tentado a descartar esa sensación y buscarle una explicación psicológica, de respuesta del subconsciente a tu necesidad de consuelo por la pérdida. Ojalá que, aún así, le des crédito a tu intuición y, sin necesidad de buscarle una explicación racional y admitiendo que hay cosas para las que nunca vamos a tener respuesta, te quedes con la idea de que efectivamente "te vino a visitar".

A mi entender, y según mi experiencia, las intuiciones no son otra cosa que indicadores espirituales de certeza.

Un gran abrazo y que estés bien.

Camilo

PD: Jose Luis, hermosa la cita de "Memorias...", de Yourcenar. Una gran novela, y uno de los mejores finales de la literatura. Cuando me llegue, cuanto me gustaría también poder entrar en la muerte con los ojos abiertos...

Anónimo dijo...

curiosa paradoja la de las células "foquistas" según alguna versión explicativa para atenuar el no saber sobre el tema ... dice que las células se anarquizan por no morir, por no aceptar su fin, y seguir insistiendo en estar vivas .Células que no mueren y finalmente matan.
La muerte del hilo genealógico que nos depositó en la vida ... para cada uno no es lo mismo que otra muerte, sin duda.. ciber abrazo

Anónimo dijo...

Conmovedor lo que escribiste. Espero de corazón que le encuentres la vuelta a la situación. Y que mejore. Aca vamos a estar. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Buenos días Alejandro.
Cómo está Usted hoy?
Estuve pensando mucho en Usted y se me ocurrió que tal vez si retoma terapia...
Poder conversar sobre todo esto.
La vida, la muerte. Cómo nos cambia la vida, la muerte de un ser querido...
La terapia no evita la muerte, pero muchas veces, nos ayuda en vida, a poder alojar la muerte de algún modo posible, en algún lugar posible.
No lo tome como un atrevimiento de mi parte. Tómelo como un cariñoso aporte.
Fuerza
Carlos

Anónimo dijo...

Yo no sé porque justamente hoy leí su blog después de tanto tiempo y no sé porque realmente me involucro tanto al sentir su pesar por esta situación natural, pero dolorosa (nunca he dejado un comentario en ningún blog).
Menos sé si alguna de todas las palabras de la gente que lo visita aquí serán al menos una pequeña y lejana caricia a su alma que quizás esté necesitando en este momento. Solo sé que lo inevitable de la ida de nuestros seres queridos es saber que ya no van a estar cuando queramos verlos, pero nada puede quitarnos el amor por ellos y seguir sintiéndolos parte de nosotros y nosotros parte de ellos.
Quizás esta sea solo una tontera que a mi me sirve de consuelo.
Un abrazo.
Pol.

Anónimo dijo...

Alejandro:

Hace casi diez años perdía a mi padre (en ese entonces, tenía 21 años).
No lo tuve en terapia intensiva, ni enfermo. Simplemente me levanté un domingo a la mañana, en mis vacaciones en Mar del Plata y, así dormido como estaba, nunca se despertó. Es realmente extraño y shockeante para un chico de 21 años ir a despertar a su padre una mañana y encontrarlo sin vida. A veces me pregunto qué es mejor, si algo así, súbito, sin despedidas posibles, o el ritual de la enfermedad previa. Para el muerto, lo mejor es seguramente la escena de mi padre.
Lamentablemente en ese momento era muy chico como para sentir otra cosa más que impotencia, bronca, dolor, sensación de injusticia. Pero con el tiempo, comprendí que hay que enfocarse en los buenos momentos vividos, agradecer todo lo bueno que compartimos y entender que no hay que quedarse tan pegado a las personas, algo tan frecuente en nuestra cultura familiar. Hay que ser capaz de amar, pero también de ser independiente, de tener consistencia en el proyecto propio y no dejar que la dependencia emocional hacia los seres queridos nos bloquee. Te mando un abrazo y te acompaño en este difícil momento.
Julián.

andrea dijo...

Esa extraña materialidad de los sentimientos hace que a veces para ser fuertes haya que ser débiles y viceversa.
En cualesquiera que sean las circunstancias,lo que te quería decir es simplemente que te queremos mucho.

Anónimo dijo...

Alejandro:
¡Qué bueno poder expresar lo que sentimos y compartirlo!!
La enfermedad y muerte de los padres es algo de muy difícil procesamiento.
Se van los padres de toda la vida, no sólo los de la vejez. Y, ésto, es muy conmocionante.
Es para hablar y, mucho.
Yannina.

Anónimo dijo...

Alejandro, te dejo un par de posts que escribí en estos días que quizás te puedan interesar.
http://juancarloslucas.com.ar/2008/01/07/la-muerte-es-parte-de-la-vida/
http://juancarloslucas.com.ar/2008/01/13/impermanencia-vida-plena-y-resiliencia/

Un fuerte abrazo de un conocido virtual.
Juan Carlos

Anónimo dijo...

Alejandro,

Leo muy seguido tu blog y me había llamado la atención tu falta de "actividad" durante Enero. Me hiciste llorar con estas líneas.
Un abrazo,
Alejandro

Anónimo dijo...

Gracias... por conpartir con nosotros tu intimidad.
Fuerza MAESTRO...
...otra vez GRACIAS
¿falta algo por agregar?

Anónimo dijo...

WOW! Cuantas cosas, cuantas emociones....
Tengo 29 años y me tocaron vivir muchas muertes de seres a quienes yo amaba profundamente y que tenían entre 2 y 90 años. También me toco vivir una enfermedad que me podría haber quitado la vida. En ese momento, mi hija tenía 3 años y me tuve que enfrentar al reto de "como preparar a mi hija por si a mi me tocaba partir". Entonces, comencé a contarle cuentitos sobre la muerte, sobre como la tristeza es una cuestión cultural (porque hay culturas que lo festejan), como la muerte es "simplemente" un paso mas de la VIDA. Todo ser vivo, nace, crece, se desarrolla y muere. El tema, es que muchos vivimos la vida como si la muerte no fuera parte de ella. Como si solo le pasara a otros y no a nosotros.
Lo que creo que llamas "purgatorio" es una posibilidad que nos da la vida de recordar, de hacer nuestro proceso, de decirle al ser querido que lo amamos y todas aquellas cosas que nunca decimos porque nos creemos eternos e inmortales. Es una gran oportunidad de reconciliarnos..... que triste son aquellas muertes súbitas, en las cuales no tenemos la oportunidad de decirle al ser amado que nos perdone, que lo queremos, que es importante para nosotros.
Alejandro, más allá de todas las palabras hermosas, amorosas y de apoyo que te damos todas las personas que visitamos tu blog, este es un proceso personal, único e intransferible, en el cual uno solamente puede resignarse a transitarlo con la mayor apertura posible y como un proceso de infinito aprendizaje, porque del dolor uno también aprende.
Te mando un abrazo, fuerza y que el amor de todos tus seres queridos te acompañe y alumbre en este proceso.

Anónimo dijo...

hace menos de 2 meses se murió mi mamá. estaba recuperándose de su segundo transplante de pulmón, tenía 55 años. yo comparto tu visión de esas cosas, de las cosas en general, y esa postura quasi zen que a todos sorprendía, "esta chica, tan entera, y con apenas 24 años!". y la vida sigue como tiene que ser, y el momento pasa y uno hace lo que debe hacer. pero seguramente en algún momento ataca la ausencia, después del momento en sí. y lo que más tristeza me dio a mí es saber uno se queda no sólo sin la persona, sino sin la persona que uno mismo era en su compañía, como una doble ausencia, un doble duelo. y para ese momento, en que las palabras no servirán de nada, te mando un abrazo grande y mi afecto de lectora. x

Anónimo dijo...

Un abrazo, que más, lo dijiste todo.

Anónimo dijo...

No sólo la sala de Terapia Intensiva da idea de finitud sino la cercanía del fin de los propios padres.
Creo, en esta diversidad, que hace que todos seamos diferentes en algún aspecto pero semejantes en otros,creo, repito que es la primer profunda vivencia de que "todo, no es para siempre".
En la vida y, en todo los aspectos, hay puertas que se van cerrando.Entender y, aceptar ésto, implica un enorme crecimiento.
Sentir, que se va, que ya no está o no están, que ya no hay un referente mayor, y que ahora el techo generacional somos nosotros,es también un cambio cualitativo en la vida.
Cada uno lo vive a su manera y acá está involucrada toda la historia individual.
Creo, se muere como se ha vivido, pero además, se vive la muerte de los seres queridos, también, como se ha vivido.
Yannina.

Anónimo dijo...

Ale: qué loco! Mi suegra, a quién yo adoro, está terminal (qué término!) entre sondas y cateteres en una cama de clínica. Hace unos meses andaba con sus clases de gimnasia, trabajo, amoríos y ahora...hasta hay que ayudarla a darse vuelta. Y no, no tiene edad de irse así nomas (55) pero tampoco tiene mucho donde no irse ("podría quedar paralítica", "ciega", "el dolor no es combatible", etc). Una amiga me dijo hace poco: "A veces hay que dejar ir a los que amamos".
Qué manera chota de comunicarnos!
Te mando un beso grande, y recuerdo con alegría cuando me corregías los textos y yo te atendía los teléfonos en FM La Rocka.
Miriam Maidana

Anónimo dijo...

ale sos un gran tipo, me ayudaste a darme cuenta de cúan "precario" puede ser uno en su desarrollo personal

yo perdí a mi vieja hace tres años de un dia para el otro, sin aviso, sin síntomas... convivía con ella... no me voy a explayar..

"vamos viendo" me parece una buena forma de manejarse, te apoyo a traves de este blog y contá siempre con tus amigos y alumnos de la vida. Un abrazo!!

Anónimo dijo...

En uno de los momentos más difíciles de mi vida,la palabra que más me ayudó fue:¡FUERZA!.
Dicho por un querido conocido, tuvo la habilidad, la magia de decirme lo que necesitaba.
¿Por qué fue lo que más me sirvió?. Me lo pregunte muchas veces. Lejos estuvo de la distancia que genera la indiferencia, la pena, el desconcierto, la formalidad.
Ese ¡FUERZA!, apuntaba a los recursos que todos tenemos, algunos más, otros menos y, que en esas circunstancias hay que potenciar. Cerca estuvo de comprender el inexorable peso de lo externo, de lo que transcurre, con autonomía de nuestros deseos.
Por éso Alejandro si te sirve, te digo lo que a mí, me ayudó: ¡FUERZA!.
Yannina.

el winco verbal dijo...

He vivido exactamente lo que contas en este relato. La muerte es burlona con uno, te guiña un ojo y sonrie sarcásticamente.
Aún podias escuchar las palabras de tu madre, yo en tu lugar tuve que inventar un nuevo código de comunicación: el de apretar las manos.
Pero un día cuando terminaba de darle de comer tuvo una agitación espantosa, me clavó la mirada comodiciendo "no veas esto".
Las madres nos cuidan hasta el final, nos siguen protegiendo como cuando teníamos una pesadilla.

Anónimo dijo...

Alejandro cuanta verdad hay en lo que escribiste, voy a citar a Jaime Ross "y no nos encontraremos, pues siempre estuve a tu lado".

Minombresabeahierba dijo...

Lo primero que me llamo la atencion de tu blog la primera vez que lo lei fue tu profesion de "Nutricionista Intelectual" porque me parece un excelente resumen de lo que cada uno en nuestra profesion deberiamos ser en nuestras vidas.

Leia tus palabras sobre lo inevitable y la tragedia de la vida: "porque el cuerpo que está por irse tiene ya ochenta y cuatro años" y no me queda mas que solidarizarme contigo. Mi madre tiene 90,soy hijo unico y no entiendo, ella esta con un deterioro cognitivo muy severo y aunque en teoria soy catolico, no encuentro explicacion ya que su cuerpo esta con salud pero ella/su mente/su alma se fue...se esta yendo...se escondio por siempre... y no se como sentirlo ni expresarlo.
un abrazo

Arq. Pedro Noboli dijo...

Es algo muy cercano a mi esa situación tan triste e ininteligible. Jamás leí algo tan acertadamente descriptivo, tan lógico y sensible a la vez. Gracias y su vez fuerza.

Anónimo dijo...

Alejandro, me compenetré muy fuerte con tu comentario. Lograste en mi una reflexion como pocas en mi vida.
Gracias y que la salud de tu madre salga adelante

Mariano

Anónimo dijo...

Alejandro,

Recién hoy entré en tu blog detenidamente y me enteré de lo de tu mamá. Te cuento que mi madre murió hace 5 meses cumpliendo 90 años y he sentido lo mismo que describis.
Todavía la extraño mucho.
Te mando un abrazo grande.
Aurora

Sergio Bonomo dijo...

Estuve dando vueltas por tu blog y me topé con este post. Fue bueno encontrarlo, porque es un escrito muy sentido -no me gusta esa palabra, pero vale-. Me intrigó. Me intrigó saber como desde la optica de un ateo se ve ese momento previo a la muerte. Pienso que ese instante es mucho más facil para el creyente. El creyente tiene su concepción de la vida que continúa, del Dios que contiene. Creo que el ateo está solo frente al vacío del fin de la existencia. Leí una y otra vez, leí tu calma en el texto, leí una paz trasmitida en las palabras (¿Era así?). Me alegro de haber leído eso. Habrá sido un momento muy dificil pero se nota que lo has vivido con coraje. Sos concecuente con tu pensamiento.
Muchas veces me asomo a tus post políticos y no me gustan tanto, y alguno que otro me jode. Pero todos destilan honestidad, y este además de honestidad también poesía, una poesía de un momento terrible, pero que no cae en lugares comunes y mucho menos en el regodeo con la tragedia.
Me encantó haber paseado por tu blog, y hallar esto.
Un abrazo.

GeekBoy dijo...

Ciento lo que has pasado, mas bien me parece increible que te expreses de forma tan clara despues de eso, yo no podria, es conmovedor.

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http://phineasyferb.foroslatinos.net/forum

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